jueves, 28 de enero de 2010

Muchmusic Presenta en Exclusiva el Nuevo Video de Charly García

 
















En el marco de “VIDEO URGENTE”, el canal proyectará antes que nadie “Demoliendo Hoteles”, el primer corte...

Muchmusic transmitirá, como parte de su segmento “VIDEO URGENTE”, “Demoliendo Hoteles”, el primer corte difusión del nuevo DVD de Charly García llamado “Concierto Subacuatico”, el gran regreso del músico a los escenarios, considerado uno de los mejores shows de la historia del rock en Argentina. Una oportunidad única para que sus fanáticos puedan disfrutar de este material inédito, en exclusiva por la pantalla de MuchMusic, el lunes 1º y el martes 2 de febrero, en horario rotativo.

El pasado 23 de octubre Charly volvió a los escenarios y se presentó en el estadio de Vélez ante 40.000 fanáticos que, pese a las fuertes tormentas, resistieron para escuchar el mejor rock. En ese marco, fue grabado Concierto Subacuático, en formato High Definition, con un total de 18 cámaras, que hoy, tres meses después, presenta para todos sus seguidores.

Charly García es sin dudas una de las figuras fundamentales de la música contemporánea argentina. Su debut discográfico se produjo en el año 1972, cuando participó del primer disco de Raúl Porchetto, titulado "Cristo Rock". Durante su larga trayectoria integró las bandas que dejaron su historia marcada en miles de argentinos: Sui Generis y Serú Giran. Su personalidad y estilo musical fueron determinantes para que su público se renueve generación tras generación. Es así como en agosto de 2009 anunció su regreso con una gira que comenzaría el día de su cumpleaños, y que continuará muy pronto en el Luna Park.

¡No te pierdas este material exclusivo que MuchMusic tiene para vos!
El lunes 1º y martes 2 de febrero, en horario rotativo.

Fuente: Gente Ba

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miércoles, 27 de enero de 2010

Charly Garcia en Mar del Plata

La gira “Tengo que volverte a ver” continúa ¿Cuántos shows van? Vélez, Ecuador, Rosario, Punta del Este, ahora es el turno de Mar del Plata.

Charly esta vivo, curando su corazón, reencontrándose con el lugar donde se siente más cómodo y con el afecto de sus amigos músicos, con el doble encuentro con el Flaco en Vélez, con la participación de Nito Mestre y de Fito Páez en Rosario, o con una imprevista visita el jueves pasado durante el show de Pedro Aznar en Mar del Plata ¿Qué habrá esta noche?

Es una entrevista para el diario La Capital (Mar del Plata) adelanta que va recuperando sus manos, que esta componiendo y grabando algunas cositas –para alegría de la Negra que lo cuida desde arriba- y que todavía no hay planes de cómo producirlo (luego del fracaso de Kill Gil), pero feliz por la difusión de su nuevo video “Deberías saber porque”. También nos adelanta que habrá algún reencuentro con Nito pero por ahora será algo ocasional, que no nos hagamos más ilusiones por ahora.

Cuando suena Pubis Angelical, diez minutos después de lo anunciado, comienza el show.

La selección de hits de todos los tiempos mantiene la misma base de las presentaciones anteriores, aquí las que recuerdo de Mar del Plata son: El amor espera, Fanky, Cerca de la revolución, Chipi chip, La hija de la lágrima, Rap del exilio, Promesas sobre el bidet, Adela en el carrousel, Rezo por vos, Llorando en el espejo, Pecado mortal (nos siguen pegando abajo), No soy un extraño, Canción de dos por tres, Demoliendo hoteles, Yendo de la cama al living, Raros peinados nuevos, Vicio, Buscando un símbolo de paz, No voy en tren, Influencia, Pasajera en trance, Deberías saber porque, Perro andaluz, Hablando a tu corazón, No toquen, Rock and Roll yo.

Quedan tantos temas buenos afuera que se podría hacer otro show de dos horas más, totalmente distinto.

Si Vélez fue la prolijidad de la presentación –todo ordenadito-, en Rosario lució el protagonismo del Negro García López, aquí en Mar del Plata se ve un Charly cada día más suelto. Recuperar la confianza y la libertad es el segundo paso, tan difícil como el primero, allá vamos.

Y Charly, con su pasito de la momia, sus brazos flotando al frente, sus pies lentos uno por vez, su físico flaco y su ropa holgada, prefiere cada vez más el micrófono en el centro del escenario a su banco frente al piano negro que lo viene acompañando.

Esto no resta potencia al Negro García López, ni solidez a la base del trío chileno -con Kluje Hayashida en guitarra, Tonio Silva Peña en batería y Carlos González en bajo-, mientras el Zorrito Fabián Quintiero –el único autorizado a subir un Gancia al escenario- coordina los tiempos, e Hilda Lizarazu recorre el escenario y acompaña la voz algo áspera y con algún bache de Charly.

La música de Charly siempre ha sido rítmica y pegadiza, eso es lo que se disfruta abajo del escenario. Buscando un símbolo de paz invita a bailar, con las tumbadoras de Kluje, y Pasajera en trance es el momento que Hilda ocupe del centro del escenario.

El show sale sobre rieles, Charly esta bastante previsible por eso emociona pero no sorprende demasiado la aparición de Pedro Aznar para tocar Perro andaduz y Hablando a tu corazón. "Yo tuve muchas bandas, pero a una le decían 'Los Beatles argentinos'. Quiero presentarles a un amigo: Paul Mc Pedro Aznar". Cada presentación en Argentina ha tenido invitados muy queridos.

Todavía no terminó, el final será bien roquero, con No toquen y Rock and roll yo.

Videos!

Charly Garcia con Pedro Aznar - Perro andaluz (Mar del Plata)



Charly Garcia con Pedro Aznar - Hablando a tu corazon (Mar del Plata)




Charly Garcia - Fanky (Mar del Plata)



Fuente: Zona Norte

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lunes, 25 de enero de 2010

La Confirmación del Nuevo Charly

 
Con su voz inconfundible y sensiblemente mejorada, García ratificó en Mar del Plata lo que había esbozado en Vélez. Su público, agradecido.

“Puedo ver y sentir y decir: algo ha cambiado”, canta Charly García promediando su show en el Polideportivo de Mar del Plata. La letra se reactualiza, tomando más sentido que nunca, e “Influencia” se convierte, entonces, en una suerte de autoprofecía cumplida. Luego de la conmoción que generó su regreso a los escenarios en Vélez (aquel recital bajo la lluvia que algún cerebro del mundo discográfico llamó “el concierto subacuático” para comercializarlo en formato DVD), esta nueva presentación pocos meses después deja en claro una sola cosa: que evidentemente algo ha cambiado. Cambió el Charly que vemos porque primero cambió el que no vemos.

Esa larga y dura procesión interna que comenzó en agosto de 2008 y que hoy, a la vista de los hechos, parece convertir en un mal chiste todos los descalabros que generaron su internación, actualmente reconvertida en rehabilitación ambulatoria. Rehabilitación que sigue en su casa y que parece estar dispuesto a confirmar cada vez que se presenta en vivo. Como el sábado, por caso, cuando mostró su nueva versión ante un moderado auditorio que tomó el gimnasio marplatense, pero que no pudo llenarlo (¿a quién se le ocurrió la idea de dividir el campo en dos?). Una versión definitivamente más feliz que la que se acostumbraba a ver de un músico brillante que parecía haber dilapidado su capital artístico entre divismos y caprichos, y que ahora irrumpe más generoso que nunca.

Es que si antes erraba caóticamente por el escenario pateando micrófonos y abandonando sus instrumentos en medio de sus canciones, ahora parece haber entendido que no existe mejor forma de construir su propio espacio sobre escena que, justamente, respetando el de los demás. Entonces sólo se limitará a tocar su piano de cola y a cantar. Aunque “limitar” suene a verbo obsceno para quien supo hacer de sus dedos y su voz las armas con las que desarrolló una carrera musical brillante por su actitud de no admitir barreras artísticas. Claro que también habrá tiempo para que se desplace por el escenario y se exprese con su cuerpo improvisando, incluso, unos simpáticos pasos de baile. Pero los roles parecen estar bien definidos. A García le corresponde un lugar menor en términos “topográficos”: ya no domina el centro con aquellos teclados castigados por la desidia y su cara siempre desafiante, sino que su nuevo sitio está a la derecha de la escena salvo cuando, eventualmente, abandona su piano para tomar el micrófono central y rubricar la faena colectiva con su voz inconfundible y sensiblemente mejorada. Y no es que se trate de una pérdida de importancia en la presentación en vivo. Todo lo contrario: es la renovada trinchera desde la cual vuelve a dar batalla. Ya no quedan rastros de aquel Charly ególatra que les exigía subordinación a sus músicos y paciencia eterna a espectadores que supieron esperarlo horas y horas por su aparición durante largos años, aunque haya lugar para una planeada zozobra cuando el músico cante “soy el que cierra y el que apaga la luz” en “No voy en tren”, y se haga su voluntad durante cinco minutos de oscuridad y silencio.

Lo que se ve en estos tiempos es un hombre de buen semblante, agradecido por el apoyo renovado de su público y generoso con quienes lo acompañan en este nuevo camino. Por eso reclamará aplausos y más aplausos para “una banda que se la re banca”, y les dará a cada uno el espacio y el momento para que confirmen por qué fueron elegidos. Después de haber pasado la brava, el trío chileno compuesto por Kiushe Hayashida (guitarra y coro), Tonio Silva (batería) y Carlos González (bajo), demuestra estar siempre dispuesto a acompañar al García que les toque en gracia. Hayashida, incluso, exhibe su amplitud musical poniéndose al frente de la percusión en algunos pasajes y, a su vez, complementándose a la perfección con el histórico Carlos García López (¿quién se anima a negar que son los dos violeros más virtuosos que tuvo Charly en toda su carrera solista?). Fabián Quintiero sigue destapando detrás de los teclados todo el potencial performer contenido en su experiencia como bajista de Ratones Paranoicos, e Hilda Lizarazu barrena el escenario una y otra vez poniendo su voz y su cuerpo al servicio de un espectáculo que cobra forma de tal, en gran parte, gracias a su despliegue artístico, destreza física y sensualidad inalterables al cabo de décadas.

Lo musical, aunque causa y efecto de este y tantos otros shows que figuran en la agenda de Charly García (los más importantes: 15 y 17 de marzo en el Luna Park), queda inevitablemente en segundo plano. Los clásicos de siempre suenan más ajustados y sobrios que nunca, siempre condimentados por rescates inesperados (“Adela en el carrousel”) y convidados de ocasión (esta vez, Pedro Aznar, a la hora de “Perro andaluz”, de Seru Giran, y “Hablando a tu corazón”). Lo realmente importante de esto es que las páginas amarillas no extrañarán tanto a aquel constante promotor de escandaletes como sí extrañaba la música a ese artista que parece más decidido que nunca a reconstruir su genio y figura sobre ruinas que parecían irreparables. Y que ahora asoman apenas como insolentes escombros sobre un camino largo, pero ya emprendido.

Fuente: Pagina 12 

Video del Recital en Mardel!

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domingo, 24 de enero de 2010

Charly García en Mar del Plata: Huellas en el Mar


El músico se presentó en el Polideportivo de la Ciudad Feliz, en la previa de lo que serán sus dos shows en el Luna Park. Crónica y fotos.

"Yo tuve muchas bandas, pero a una le decían 'Los Beatles argentinos'. Quiero presentarles a un amigo: Paul Mc Pedro Aznar". De esta manera Charly García le retribuyó gentilezas a su ex compañero de Serú Girán: el pasado jueves Say No More fue el invitado de lujo en el show del multriintrumentista en Mar del Plata, y en la noche del sábado Pedro se sumó al concierto de García en el Polideportivo de la ciudad, para interpretar "Pedro andaluz" y "Hablando a tu corazón". 

El recital de Charly, que se llevó a cabo dentro del ciclo de shows rockeros del verano 2010 de Personal en Mardel, no tuvo ninguna sorpresa en relación a los que viene dando desde su regreso en Perú: la misma lista de temas, los mismos yeites escénicos por parte suya y de su banda. Lo que sí se puede destacar es otra lógica mejora en la precisión del combo (ensayo + kilómetros de rodaje) y más agilidad física en el propio García, que en algún momento se permitió un pique corto en la distancia que iba desde el mic de pie hacia su piano de cola negro.

Este show de Charly puede ser visto tranquilamente como la previa a los que dará en marzo en el Luna Park, más allá que en el medio este la presentación en Cosquín Rock. La similitud entre el Polideportivo y el Palacio de los Deportes porteño (dos espacios indoors) hacen pensar en una ampliación de las visuales que se vienen exhibiendo en los últimos recitales de SNM (cortesía de Pichón Baldinú) y, en una de esas, una adaptación para interiores de la frustrada puesta en escena que se debería haber visto en lo que terminó siendo el "concierto subacuático" de Vélez Sarsfield. Los agoreros pueden hablar de previsibilidad, y otros podrán responder que esa cualidad es mejor a encontrarse con tocadas que podían durar cuatro horas o dos canciones, sin término medio. Y Charly García miraría ambas posiciones, y respondería: "Rock and Roll Yo. Say No More".

Por Pablo Strozza - Fotos de Segismundo Trivero (Enviados especiales a Mar del Plata)

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sábado, 23 de enero de 2010

"Les Demostré a mis Enemigos que Estaban Equivocados"


Esta noche Charly García cantará en el Polideportivo. El rockero dialogó extensamente a agenda abierta con varias respuestas acordes a su particular perspectiva.

Esta noche a las 21.30 en el Polideportivo, el músico Charly García concretará su primer concierto en Mar del Plata tras su comentada recuperación física, razón por lo cual aceptó un diálogo a solas con LA CAPITAL, donde habló de su vida y de las cosas que actualmente concitan su atención. Una charla que deparó las siguientes apreciaciones:

- Pasaron un par de años desde tu última visita a la ciudad. ¿Cómo estás viviendo ahora este arranque de año?

- Tanto tiempo? bien. Lo que vivo en estos meses significa una especie de renacimiento, estar haciendo algo muy bueno con la banda, estoy muy bien a nivel personal, me siento muy feliz. Digamos que la vida a través del destino me dio la oportunidad de vivir las cosas de otra manera, se puede decir así, fue algo muy complicado pero tuve amigos que me ayudaron y yo le puse mucha garra a toda mi rehabilitación, así que podríamos decir que se trata de una cosa conjunta. Yo estoy muy contento de tocar y hacer las cosas bien, estoy disfrutando las cosas como han venido saliendo. Mis manos están muy bien, ya lo van a ver en el show, noto que mis manos están como antes, pero hay un detalle más importante aún, el cerebro está más claro.

- Y ahora está por salir "El concierto subacuático", un DVD con tu cumpleaños celebrado bajo la lluvia en vivo en Vélez.

- Sí, eso fue muy increíble, le dio un dramatismo y eso se podrá observar claramente cuando salga el DVD, fue algo muy especial, una situación sencillamente increíble. Esto fue una asignatura pendiente que gracias a Dios se pudo cumplir, tal vez por suerte o casualidad, no sé cómo se puede llamar a eso que sucedió, pero realmente me remití a la música que venía de atrás y superé una cortina de agua, salió algo genial para la gente, que quedó encantada.

- A fines de 2009 tuviste un par de encuentros muy emotivos con Spinetta en Vélez.

- Con Luis hay una admiración mutua gigante, él fue mi ídolo en una época, en realidad lo sigue siendo y yo percibo que también soy su ídolo, entonces es muy grande y grato tocar con alguien que respetás y admirás tanto.

- Nito Mestre te acompañó mucho en esta última etapa. ¿Volverá Sui Generis?

- Mirá, no lo creo, voy a cantar con Nito de nuevo, eso seguro, él hará alguna colaboración en mi disco, pero al menos colaboró en vivo en el recital en Santa Fe, una noche que cantamos "Cuando me empiece a quedar solo" (Sui Generis), fue algo muy emotivo. Por ahora la vuelta de Sui Generis es algo que veo lejano, pero "nunca digas nunca".

- El primero en hacer pública su felicidad por verte bien fue Peter Gabriel a los medios cuando contó la charla que sostuvieron en marzo pasado.

- Sí, no te puedo decir que es un gran amigo mío pero tenemos una onda telepática mental bastante fuerte, yo sé que él se alegra de verme bien, me lo dijo cuando nos encontramos en Vélez antes de su concierto, que estuvo realmente fantástico.

- ¿Tenés canciones para publicar un nuevo trabajo luego de tanto tiempo?

- Luego de "Deberías saber por qué" se puede decir que tengo más material, algunas cosas están grabadas en el estudio de Palito (Ortega) y otras las estoy "amasando" ahora, pero lo que hay hasta el momento es bastante bueno como para un disco. No lo veo directamente relacionado con nada de mi anterior obra, es una situación musical más cercana en el tiempo, por lo menos las canciones que hice tienen electrónica y dulzura, he logrado un buen balance, como en su momento fue "Clics Modernos", pero esto de ahora no se parece a aquel álbum.

- ¿La idea con esas nuevas canciones es sacar este año un nuevo álbum?

- Sabés, veo que los discos están desapareciendo y no sé realmente en qué formato voy a manejarme. Probé con "Deberías saber por qué" y realmente tuvo una difusión increíble, eso fue apenas un single, una sola cosa del disco, así que no sé si se materializará como un CD, si fuera por mí sería un disco de vinilo, pero no descarto intentar nuevas rutas.

- ¿Sos consciente de que mucha gente rezó e hizo fuerza para que te pusieras bien?

- Sí, lo sé, la gente me lo manifiesta en la calle, están muy contentos de que esté en esta etapa y que haya superado la otra. A los que me criticaron les demostré que estaban equivocados.

- ¿Tuviste miedo de hundirte del todo y no poder salir de ese abismo?

- No, en el fondo siempre vi esa luz que te hace poner en forma. La zanahoria para mí era tocar de nuevo, realmente tenía muchas ganas, entonces hice todo lo posible para llegar a hacerlo, estoy muy conforme con lo hecho.

- Lo cierto es que ahora hay una corriente de afecto y cariño poderosa hacia vos.

- Sí, todo lo que viene del corazón realmente se siente más que las cosas que llegan desde el cerebro y yo eso lo he sentido, lo percibí con los compañeros de internación, con Palito, a mucha gente que sería largo nombrar, que ha tenido fe en mí e hizo lo posible para ayudarme.

- Después de darle a los demás tanta alegría y amor, ahora también vivís la felicidad de una mujer que te manifiesta esos sentimientos a vos.

- Estoy mucho más abierto a recibirlos, así que creo que este es el momento indicado.

- En apenas cuatro meses se nos fueron Mercedes Sosa y Sandro. ¿Cómo asimilaste la pérdida de dos personas bastante vinculadas a tu vida?

- Y? Con la sensación horrible de que ya no van a estar y no los voy a poder ver más, pero con tranquilidad también. Sé que la "Negra" se fue en paz, Sandro no sé, pero realmente entiendo que son dos muy grandes pérdidas para la música.

- En pocas horas estás llegando a Mar del Plata, supongo que vendrán recuerdos.

- Sí... el Hermitage, la Bristol, bueno, muchas cosas. Tengo ochenta mil cosas que me acuerdo, tengo un club de fans, "Los Aliados", les mando un saludo a través tuyo.

Por Gabriel Imparato Fuente: La Capital

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Charly García: "Cuando No me Siento Bien me Doy un Cachetazo"


 Descansa, se broncea, toca y sigue de gira. La nueva vida del músico de rock más importante de nuestro país.

 

Charly García está en Mar del Plata. Un poco de gira, y un poco de vacaciones. El genial músico argentino fue a tocar en el Polideportivo y mientras, disfruta del sol y el calor de La Feliz.

"Hacía mucho que no venía, vengo a tocar pero a veranear no", dijo Charly en una nota exclusiva con Canal 26. Igual, aclaró: "Voy a la playa, no se me nota".

Está feliz, se nota. La recuperación lo muestra más tranquilo, habla sin problemas y responde a todas las preguntas. "Estoy bien, cuando no me siento bien me doy un cachetazo", dice en tono gracioso.

"El público de Mar del Plata es genial", dijo antes de tocar en el Polideportivo con el mismo show que hizo en Vélez y luego vendrán más shows. "El 17 y 18 de marzo voy a estar en el Luna Park y después tengo Cosquín", sentenció.

Tras sus presentaciones en dichos eventos musicales de nuestro país, saldrá a recorrer varias ciudades del mundo a tocar su música, como en los viejos tiempos. "Voy a viajar mucho", dijo el músico sobre su gira en Europa y Estados Unidos y siguió disfrutando del sol marplatense.




Fuente: 26 Noticias

 

 

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viernes, 22 de enero de 2010

Charly García del Avión al Teatro y a Cantar con Aznar

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Contamos en primicia que Charly García llegó a Mar del Plata el jueves al mediodia en avión con su novia y su manager, para presentarse el dia sábado en el Estadio Polideportivo y se fue directo al Hotel Hermitage.

También contamos que a la noche fue a ver “Fantástica”, donde tomó a todos por sorpresa cuando entró a oscuras a la sala, lo mismo que cuando se fue a la media hora.

Después se supo que su amigo Pedro Aznar se presentaba en el Teatro Güemes y Charly Garcia subio al escenario para cantar junto a él. Parece que calculó mal los tiempos.




Fuente: Laubfal

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Charly García, "Voy en Avión" y con Novia

Charly saluda. (Foto: Diario El Atlántico).
Llegó este mediodía a la ciudad de Mar del Plata para hacer su show en el Estadio Polideportivo. 

Charly García, arribó a Camet en un vuelo de linea, este jueves a las 14, acompañado por su novia y su manager. Llegó de buen humor, se instaló en el Hotel Hermitage, donde seguramente se encontrara con Moria y con Carmen Barbieri, alojadas como Carlos Percivalle en el hotel.

El ex cantante bicolor tocará este sábado 23 a las 22 en el Polideportivo de Mar del Plata (Juan B. Justo y España), en una velada que promete volverse uno de los conciertos del verano.

La siguiente cita de García con su público será recién el 16 de marzo, cuando recree sus mayores éxitos en el Estadio Luna Park, en el primer show en la ciudad, tras su histórica presentación en Vélez en el mes de octubre.

Fuente: Tele Show

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sábado, 16 de enero de 2010

Comenzó la Venta de Entradas para los Shows de Charly García en el Luna Park


Charly en el Luna Park, Nuevo Show, Nueva Lista de Temas, los Efectos que No se Pudieron ver en Velez, Invitados Sorpresa y Mucho Rock!!!!

Las localidades para los dos conciertos que el músico Charly García brindará en marzo en el Luna Park salieron a la venta esta semana.

Los tickets para ver al rockero en las presentaciones que llevará a cabo los días 17 y 19 de marzo pueden adquirirse en el estadio de Corrientes y Bouchard o a través del sistema de venta telefónica Ticket Portal.

Los dos shows formarán parte de la gira de regreso a los escenarios del autor de "Demoliendo hoteles" y "Tu vicio", tras un extenso período de rehabilitación para superar sus adicciones.

Según adelantaron fuentes de prensa, los recitales tendrán la puesta en escena y los efectos especiales que habían sido diseñados por Pichón Baldinú (De la Guarda) para el show que García dio en Vélez el 23 de octubre.

Las "sorpresas" preparadas para dicho concierto no pudieron ser utilizadas debido al fuerte temporal que se abatió sobre la ciudad esa noche; tal como se aprecia en el DVD "El concierto subacuático", que García lanzó recientemente.

 Fuente: Terra, Charly Garcia (Culto Say No More)

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jueves, 14 de enero de 2010

“Mecha Nunca Pide Nada a Cambio: es Incondicional”





La elegida



La musa, la única, la morocha... Mecha es la sombra de Charly: pasaron nueve días juntos en Punta. La luna de miel continuará en Miami y Nueva York, donde él irá de gira.

Mercedes Iñigo –22 años, también conocida como La Talibana, ex modelo, ex VJ de MTV– es la novia del ídolo desde hace casi dos años. Fue su fiel cuidadora en su peor momento y una compañera inseparable durante la recuperación. García (58), según sus íntimos, está perdidamente enamorado y dice: “Ella siempre estuvo a mi lado, en las buenas y en las malas”. El nuevo Charly y sus vacaciones de mucha paz y mucho amor.

Apenas se le veían los ojos. Envuelta en un profundo misterio, dueña de un silencio absoluto, hace casi dos años, vestida de talibana, Mercedes Iñigo alimentaba el enigma. Joven, de mirada profunda, un tanto tímida, cubierta de negro de pies a cabeza, acompañaba a cada paso a Charly García en sus épocas más conflictivas. Pasaron momentos difíciles, una internación, una recuperación larga y sacrificada y un regreso lleno de gloria. Ella seguía ahí. Hoy, en las vacaciones más familiares y tranquilas en las que se lo haya visto, disfrutando de la playa y el mar, es ella la que toma sol junto a Charly (58), lo acompaña en sus silencios y sus lecturas. Es la que está a su lado, con la mirada atenta y la admiración plena, cuando sale al escenario como un gran señor y hace rockear a un público tan sorprendido como cautivado.

“Siempre voy a estar al lado de Charly”, le dijo Mecha a GENTE hace un año. Y por ahora viene haciendo honor a su palabra. Pese a su juventud (tiene 22 años), desde aquella noche, a mediados de 2007, cuando el gran rocker le vaticinó “vos y yo nos vamos a ver”, la ex VJ de MTV se convirtió en el principal sostén de Charly y una carta fundamental en su recuperación. “El está perdidamente enamorado, la adora”, dicen los amigos. Por supuesto, es recíproco. Cualquiera que los vea juntos entiende de qué se trata. Ella, paciente, es su gran compañera: divertida cuando la situación así se presenta, silenciosa en los momentos de calma, poco afecta a los medios, sin pretender figurar por demás. Charly, en su momento más calmo, la elige como su única mujer.
 
ESTE ES EL AGUANTE. “No voy a pagar, ya no tengo putas”, canta desde el escenario, parafraseándose a sí mismo en la letra de Funky. Hay sonrisas cómplices en el entorno. Y todos saben a quién va dedicado el cambio. “Mecha siempre estuvo a mi lado, en las buenas y en las malas. Nunca pide nada a cambio: es incondicional”, confió García a GENTE sobre su chica. Cuatro años después de aquel episodio en que Charly agredió a un fotógrafo uruguayo –hecho derivado en una causa judicial que hace pocos días quedó archivada por falta de mérito, aunque le habría costado una buena cantidad de dólares–, el músico volvió a tocar en Punta del Este. En la playa de estacionamiento del hotel Conrad, el sábado 10, una noche que empezó tibia terminó con más de dos mil quinientas personas cantando todos los hits de Charly. Desde Demoliendo hoteles y Cerca de la revolución, hasta Mr. Jones o Pequeña semblanza de una familia tipo americana, durante más de dos horas hizo sacudir a un público que abarcó desde chicos y jóvenes hasta muchísimos post 70, que se soltaron para revivir sus mejores épocas rockers. Todos asombrados por el saludable estado del ídolo, que no quería irse del escenario. De cerca lo alentaron su manager, Fernando Szereszevsky, y el dueño de Fénix y productor del show, Diego Finkelstein.

“El camarín está muy aburrido”, decía el músico, de gran humor, cada vez que dejaba el escenario y volvía, impulsado por las ganas de seguir tocando. “Estaba feliz. Sabía que nadie esperaba un show así, que sorprendió a todos y salió increíble”, contó su gran amigo Gaby Alvarez.

ELLA ES BAILARINA. Después del show hubo un festejo íntimo en los jardines del Conrad. Allí estuvieron sus músicos –Hilda Lizarazu, Fabián von Quintiero, Carlos García López, Kiushe Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González–, Florencia Raggi, Ramiro Agulla, Pichón Baldinú, Nuria Quintela, Soledad Ainesa, el abogado Alejandro Balbi y Silvina Luna, directora de Marketing del resort. Sentado en un sillón blanco, comiendo sushi y permitiéndose alguna copa de vino tinto, la estrella recibió decenas de felicitaciones por el show. A su lado, celosa de los besos femeninos, lo custodiaba Mecha.

Con los Rolling Stones y Billy Idol sonando de fondo, Charly se animó al dancing. Su novia, por supuesto, fue la mejor partenaire. Llamativa y radiante, la morocha –que mide un metro setenta y supo ser modelo y cara de campañas publicitarias– cautivó enfundada en un minishort verde y una remera negra con algunas transparencias. Sonriente, Charly García monitoreó a su chica y le siguió el ritmo, bailando como lo había hecho durante dos horas en el escenario. Esta vez rodeado de amigos que lo vieron disfrutar de su noche.

ALGUIEN EN EL MUNDO. Charly llegó a Punta del Este el 29 de diciembre. Pasó los primeros días en una casa de la zona de Manantiales, mientras esperaba con ansiedad el arribo de Mecha. El 2 de enero, cuando su novia pisó territorio uruguayo, se mudaron juntos a la tranquilidad de Casa Suaya, en José Ignacio. Desde entonces se dedicaron a estar con amigos y compartir días tranquilos, de lectura, películas, pileta y sol. Hicieron playa en José Ignacio, cerca del faro, donde pasaron inadvertidos y comieron con el Zorrito von Quintiero. “Cuando está con Mecha, García se cierra un poco. Le gusta estar tranquilo, solo con ella”, había anunciado su manager. Y así fue.

A tono con su vida, sana y renovada, el hombre del bigote bicolor disfrutó tomando licuados de durazno y naranja y haciendo ejercicio en la pileta (desde que estuvo en Luján, la natación fue fundamental en su recuperación). “No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve unas vacaciones así, tan tranquilas”, dijo Charly a poco de llegar al Este. Acompañado por Mecha, lejos de los escándalos, esta vez pasó diez días de paz.

Su novia –que vive con su madre y su hermano– volvió a Buenos Aires después del show y la fiesta, en la mañana del 11 de enero. Esa noche, Charly descansó en el Conrad, para después volver a su refugio en Casa Suaya, lejos del ruido y el vértigo esteño. Allí se quedará descansando hasta el 13, antes de retomar la gira que lo llevará a Miami y Nueva York, disfrutando de unas vacaciones impensadas menos de dos años atrás.

Por Gabriela Pepe. Fotos: Fabián Uset y José Tantessi








 

Fuente: Gente

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miércoles, 13 de enero de 2010

Entrevista Radial a Charly Garcia Presentando Clics Modernos, una Joya! (1/12/83)

En Esta Entrevista Radial Podremos Escuchar a un Charly Garcia Alucinante! Rapidisimo en las Repuestas, con una Lucidez y con Tantas Ideas en sus Palabras,y Tanta Profundidad en su Pensamiento que es Necesario Escuchar Varias Veces Este Audio para Entenderlo del Todo!

Charly Hablará en Ésta Ocacion del Reciente Clics Modernos, y los Temas que lo Componian... De que Habla Cada uno, Como Fué Grabado, que Músicos Trabajaron, y su Experiencia en Nueva York!

Escuchemos a este Genio Hace más de 25 Años!

Reportaje Radial Realizado por Alfredo Rosso y Luis Albornoz a Charly Garcia (1/12/83)


Parte 1




Parte 2

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martes, 12 de enero de 2010

El Nuevo Charly García, o de Cómo Seguir Siendo Parte de la Religión

 

Regreso. El ídolo del rock argentino hizo 4 bises y cantó dos horas y media


En una noche sin tribunas ni platea llenas, Charly García fue de menos a más disimulando su falta de escenario y de movilidad con una banda potente y suelta, en un concierto de dos horas y media que terminó a la altura de su leyenda.

"Todo el mundo sabe que no puedo vivir sin vos", canta Charly García y señala al público. ¿Queda alguna duda de eso? En Vélez Sarsfield, en el Conrad... en donde sea. Pero Charly García precisa al escenario co-mo nunca. Como lo precisaba Michael Jackson y cualquier otro ser humano que se haya vuelto una estrella pop y haya perdido el contacto con esa gente con la que supo sintonizar tan bien tantas veces, incluso en las más crípticas, terminales y anárquicas de su vida.

Por eso es imposible no reír de ternura cuando se ve a Hilda Lizarazu hacer un gesto de madre a Fabián "Von" Quintiero en plan "ya está, ahora sí vayámonos". García saludó por cuarta vez y ella se lo llevó como a un niño, de la mano.

Esa fue la última imagen de las dos horas y media de música que el compositor dio en su primer concierto en Uruguay en siete años. Los bises podrían haber sido más -en cada vuelta parecía que había convencido a sus músicos para volver- pero alcanzaron para entender de sobra esa frase de El amor espera, una canción cuyo nombre también explica por qué a muchos de sus fanáticos les importa poco la dicotomía "Charly drogado-Charly limpio".


Y es cierto que, comparado con esa tromba que se desgañitaba sobre el escenario y no se sabía si iba a morir electrocutado bajo una lluvia torrencial, Charly es, obviamente, otro. Se nota en su andar a lo Groucho Marx y en esa voz que increíblemente parece haber recobrado suavidad aunque aún le falta aire y sanación. Y se nota en sus olvidos en algunas letras, siempre asistidos por Lizarazu. Aunque esto no es nuevo: en la etapa "Say no more", cuando estaba más cerca del personaje Pomelo de Diego Capusotto, también se olvidaba. Además, su vestimenta -traje oscuro, bien combinado- hace pensar en más reconversiones: algún día Bob Dylan se dio cuenta de que era un señor mayor y también tomó un traje y se puso un sombrero.

Pero quizá lo más importante de todo siga siendo que Charly García tiene canciones. Y particularmente en su caso, habría que acordarse de esto siempre. Pero más aún ahora que comienza a asumirse como un clásico y rescata canciones de la que hoy reconoce como su mejor etapa creativa como el Rap del exilio o No soy un extraño. Esas dos canciones sonaron luego de la intro con Pubis angelical, una de sus primeras piezas como solista. Ahí, del Charly siempre a punto de la cancelación o del recurrente rompe televisores -el del supuesto riesgo artístico- no quedaba nada.

Ya desde ese arranque se notó que el compositor aún está buscando su nuevo lugar. Que va a ser otro. La pregunta es ¿sigue siendo en un escenario abierto? Quizá en un lugar que contenga mejor su voz se puedan aprovechar mejor canciones como esas o como Adela en el carrusel. Porque si Charly García está celebrando sus canciones, sería genial que el público pueda escuchar todas, ya que su gola va mejorando conforme el concierto transcurre. Por otro lado, su banda actual es ideal para este tipo de ambientes. Sin viento que amedrentara, fue una locomotora ensayada y rodada, apoyada en dos guitarristas pirotécnicos -Kiuge Hayashida y el "Negro" García López convertido en una especie de Slash rioplatense- una sección rítmica muy potente ("¿escuchan el bajo? es la base de todo", pedía Charly) y los sintetizadores vintage de Quintiero que vuelven a canciones como Nos siguen pegando abajo, Yendo de la cama al living o Rezo por vos gemas muy fieles al original. Una banda que en esa canción logró algo impresionante: seguirlo en otro de sus olvidos, cuando se fue de la primera estrofa a una de las últimas. Lizarazu, en modo corista como en su etapa con García y los Enfermeros, fue otro de los imanes de la noche.

Entre los rescates hubo más: Buscando un símbolo de paz tuvo hasta congas ("vamos a latinizarlos un poco", dijo el músico) y Hablando a tu corazón en su versión bien discotequera fue "otra vuelta a la buena música de los ochenta", según Charly. Y entre más de esas canciones incombustibles (No voy en tren) se colaban las premonitorias como Influencia (la letra más sangrante y personal que hizo en la década pasada) y No toquen, en la que ahí sí, su voz recupera furia cuando parece gritarle a esos demonios que hoy están desdibujados. De la ironía tampoco se olvida: "estoy muy contento de estar aquí en el muro de Berlín. Gracias a los que no pagaron", saludó al final.

"Cada cual tiene un trip en el bocho", cantó Charly en la noche exclusiva -los precios así lo imponían- de Punta del Este. Habló por él y como tantas veces, habló por muchos de los que estaban ahí. Antes había cantado "y curé mis heridas y me encendí de amor". Definitivamente, eso también era premonitorio: no estuvo nada mal festejar, también esta vez, que el rock no está muerto.

SEBASTIÁN AUYANET 


Fuente: El País

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Charly García, en una Vuelta sin Vicios



Imperdible. La estrella del rock nacional ofreció un show de casi dos horas en el parking del hotel Conrad, con tres bises y ocurrencias que provocaron la risa del público. Ahora, lo espera Mar del Plata.

Por Mónica Andrada - Enviada especial

Después del tercer tema dijo: “Me aburro”, y a las casi dos horas de un show imperdible confesó: “Ahora, no puedo parar”. 


En su primer recital, en lo que va del 2010, Charly García volvió a demostrar por qué es la mayor estrella del rock argentino. 

 
Comenzó con la “musa” contenida, pero se fue soltando y al final del show era pura energía. 

 
Se animó a pegar unos saltos agarrado del soporte del micrófono y a golpear con el puño derecho el piano dejando fluir la energía del tema, pero sin romper nada. 

 
Saludó a los vecinos que seguían el show desde los balcones: “Hola vecinos, ¿les molesta el ruido? -preguntó- Esto es música”. 

 
Abandonó el escenario una vez y después una segunda. Pero la insistencia del público lo trajo de nuevo. Antes de su tercer bis, detrás del escenario, Charly tomó el micrófono para anunciar: “Les comunico que el artista acaba de abandonar el establecimiento”. 

 
Sus seguidores, viejos y nuevos fans seguían vivando su nombre, con la esperanza del regreso, y lo consiguieron. “Soy lento, pero fiel”, dijo en alusión a sus problemas de motricidad. 

 
Hizo un repaso por todos sus discos y se lo vio muy feliz, disfrutando de esta nueva versión de Charly García, que está en todas sus cabales, como diría un fan de la Argentina, uno de los muchos que se concentraron ayer en el parking del hotel Conrad para verlo. 

 
Charly García estuvo acompañado por Hilda Lizarazu, el Zorrito Von Quintiero y el Negro López, entre otros legendarios músicos, en este show que fue el primero después de 10 años en Uruguay, adonde dejó de ir desde el 2006, cuando el popular roquero agredió a un fotógrafo a la salida de un restaurante de Punta del Este. 

 
La acusación recién fue desestimada por falta de mérito el 30 de diciembre de 2009, una vez que Charly compareció ante el tribunal uruguayo.
Por lo que se puede ver sobre el escenario, Charly dejó atrás las excentricidades y las locuras que lo llevaron, por ejemplo, a arrojarse de un noveno piso o a romper las instalaciones de un hotel. 

 
Ahora, está probando otra manera de vivir, y le sienta muy bien. Se lo ve más consciente y como buscando su esencia dentro de este Charly, que según bromeó: “tiene hormonas femeninas y hasta lifting”. 

 
Los fanáticos están felices de verlo así, y aguardan con ansias ver cómo compone este nuevo Charly, porque su recital estuvo basado en un repertorio histórico. 


Fuente: El Liberal 

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Charly Garcia en "Hola Susana" (Año 1989)

Aqui Podremos Ver un Fragmento del Programa "Hola Susana" en que el Invitado Era Nada Más, Ni Nada Menos que Charly Garcia! En el Video Podremos Ver a un Genial Charly Interpretando la Reciente "Zocacola" en el Piano Blanco de Susana, y Partes de la Entrevista, en la que en un Momento, Charly le Saca las Hojas en Donde Susana Tenia Escrita Todas las Preguntas para la Entrevista! Veamos a Este Charly de Hace 2 Décadas!

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lunes, 11 de enero de 2010

Y Una Noche, Charly Volvió!

Una postal del recital en Vélez, que marcó el regreso de Charly

Después de comparecer, a fines del año pasado, frente a la Justicia uruguaya –que lo absolvió por una denuncia de agresión a un fotógrafo–, Charly García volvió a cantar en la costa charrúa tras cuatro años de tener el ingreso prohibido al país. Lo hizo ante unas 3.500 personas en el estacionamiento del hotel casino Conrad, en Punta del Este.

Más gordo que nunca, y en tratamiento para recuperarse de sus adicciones, ningún exceso puede demoler su eterno talento. Arrancó a las 22 hora uruguaya, 30 minutos después de lo previsto, ante un público mayormente turista que lo recibió tibiamente. Vestido con camisa, pantalón y saco negros, cambió su tradicional órgano por un piano de cola del mismo color. "Hola, buenas noches, un encanto estar de vuelta con ustedes en Uruguay", fue lo primero que dijo antes de arrancar con "Pubis angelical".

En el vip, se vio a varios famosos como Guillermo Coppola (se fue al tercer tema), Florencia Raggi y Federico D'Elia. Más atrás, los que pagaron las entradas baratas (a 50 dólares) y estaban de pie, eran los que acompañaban la actitud que Charly, muy movedizo, mostraba en el escenario. Siguió repasando hits, como "Yendo de la cama al living", y el público recién estalló con "Demoliendo hoteles".

Charly llegó a Punta para pasar fin de año. Estuvo, junto a su novia y su representante, comiendo asados en la casa del RR.PP. Gaby Alvarez (ver "Los eventos..."), y luego se mudó a un complejo cerca de Laguna Escondida.

Fuente: Clarin

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domingo, 10 de enero de 2010

Charly García Vuelve a Tocar en Uruguay Hoy!


El reconocido artista se presentará en tierra uruguaya luego de no visitar el país por cuatro años debido a problemas legales. El concierto se realizará en el estacionamiento del Hotel Conrad de Punta del Este.

Charly García ofrecerá esta noche un recital en el estacionamiento del Hotel Conrad de Punta del Este, que marcará su retorno a la escena uruguaya luego de cuatro años de ausencia en el país por problemas legales.

El músico de 58 años ya realizó junto a su banda la prueba de sonido y todo está listo para el concierto que concretará a dos semanas de su llegada al país.

Al igual que en el show que dio en Vélez, Charly estará acompañado por Hilda Lizarazu (coros), Fabián Quintiero (teclados) y Carlos García (guitarra), junto al trío chileno por Kiushe Hayashida (guitarra y coro), Tonio Silva (batería) y Carlos González (bajo). Apenas desembarcó en el país, el músico se presentó en un tribunal uruguayo que lo absolvió y cerró una causa penal abierta desde 2006 por agresiones a un fotógrafo. Según informó la agencia Ansa, García se encuentra descansando junto a su novia y amigos en las inmediaciones de Punta del Este, en el exclusivo balneario de José Ignacio a unos 138 kilómetros de Montevideo

Fuente: Info Region

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sábado, 9 de enero de 2010

“No Recuerdo otras Vacaciones tan Tranquilas como Éstas”




El ídolo pasó fin de año en el Este, acompañado por su manager, Fernando Szereszevsky, y Gaby Alvarez. El 31, después de las doce, brindó con Shakira y los de la Rúa, pero después, se quedó solo con su novia, Mecha Iñigo, la mujer que ha cambiado su vida. En Uruguay, madruga, toma sol, se baña en el mar y se dedica a la lectura.

De aquellos veranos en los que daba la nota demoliendo hoteles, saltos audaces casi al vacío desde séptimos pisos y episodios violentos, sólo quedan canciones y vagos recuerdos. Las vacaciones de Charly García (58) cambiaron, al compás del giro que dio su vida. Y de aquellos días agitados, pasó a la tranquilidad de las vacaciones familiares, las noches cortas, las cenas tranquilas, las mañanas de sol, las tardes de playa, jugos y lectura.

Acompañado por su manager Fernando Szereszevsky, el músico llegó al aeropuerto Laguna del Sauce el 29 de diciembre, después de la medianoche y enseguida se trasladó a una casa de la zona de Manantiales que le consiguió su amigo, Gaby Alvarez. Trámite ineludible apenas pisara tierra uruguaya, al día siguiente, a las 8 de la mañana fue a declarar al juzgado de Maldonado, por una causa que tenía pendiente desde enero de 2006, por agresión a un fotógrafo uruguayo. Su exposición fue breve, y la causa quedó archivada por falta de mérito. Recién allí comenzaron las verdaderas vacaciones de Charly en el Este.

Con García renovado y varios kilos de más, ni los propios paparazzi dan crédito a lo que ven. De la fractura del tabique y la destrucción de la cámara que sufrió Carlos Martínez hace cuatro años, hay un abismo hasta este Charly totalmente relajado que, ante los flashes que lo siguen en su paso por las calles de Manantiales, atina a consultar amablemente: “¿Es necesario, chicos?”

MAÑANAS DE SOL. “Fue un año muy especial, quería pasar las Fiestas tranquilo y con poca gente. Fue todo muy familiar”, explica su manager, Szereszevsky –quien descansó junto a Charly en Manantiales, acompañado por su esposa Mariela y sus dos hijos – mientras el músico hace su pedido del día: una chocolatada y una Coca Cola (su bebida predilecta) para merendar en la hamaca paraguaya de la casa. “No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve vacaciones así, tan tranquilas”, asegura García.

Ver para creer, Charly hizo playa con la familia del manager, rodeado de niños y algunos amigos; paseó; comió en el clásico No me olvides y en el nuevo Fish Market, visitó el local de ropa Hija única, y se dedicó a leer las biografías de Stanley Kubrick y Woody Allen.

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA. Con el look que adoptó desde su regreso a los escenarios, de camisa, jean negro, saco gris y hasta el detalle de un pañuelo de seda en el bolsillo, el 31 a la noche brindó en la casa de Marcelo Cabral (amigo de Alvarez) con amigos. Después de las doce, quiso ir a saludar a Shakira, quien lo había invitado a la fiesta que dio el día anterior en su casa. Cansado por haber madrugado, otra vez contrariando sus viejos hábitos, esa noche prefirió acostarse temprano y cumplir con la visita un día después. Definitivamente es otro Charly.

Se llevó una sorpresa cuando, al llegar a la chacra La Colorada, todos estaban mirando el DVD del Concierto Subacuático, el show que el músico dio en Vélez, en octubre. La colombiana elogió su elegancia y Charly no ahorró halagos para ella: “Fue muy simpática, amable, súper humilde... me cayó muy bien”. Como siempre, la presencia de García revolucionó el ambiente: hasta el ex presidente Fernando de la Rúa y su esposa, Inés Pertiné, alertados por Antonio, se levantaron de la cama para saludarlo y sacarse fotos con él. Después de hablar de música con la estrella colombiana y brindar con los pocos presentes (entre ellos el ex sushi Darío Lopérfido y su novia, Esmeralda Mitre), antes de las 5 de la mañana, volvieron hacia Manantiales.

ALTA FIDELIDAD. Si una mujer puede con Charly, esa es Mercedes Mecha Iñigo (22), su compañera inseparable desde hace más de dos años. A ella la esperó pacientemente, hasta que llegó, finalmente, el 2 de enero. Juntos se mudaron a la tranquilidad de Casa Suaya, en José Ignacio. “Cuando está con Mecha se cierra un poco. Le gusta estar tranquilo, solo con ella. No lo van a encontrar paseando, ni socializando tanto”, anunció su manager. Dicho y hecho, desde que llegó la VJ al Este, apenas salió para comer en La Huella con amigos, pero se recluyó la mayor parte del tiempo en el resort, aprovechando la compañía de Mecha y la pileta de natación. Allí se cruzó con su amiga y vecina también en Buenos Aires, Julieta Ortega.

Así, sin teléfonos que molesten, relajado, haciendo vida sana, rodeado de afecto, y en paz, espera Charly otra ovación: el 10 de enero, en el estacionamiento del hotel Conrad, habrá mucho más Say No More.


Por Gabriela Pepe. Fotos: Fabián Uset.


Fuente: Gente

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jueves, 7 de enero de 2010

Charly, talk!

http://www.television.com.ar/teleblogs/matiasvardacosta/imgs/charly-garcia-23-10-07-e5f4f.jpg


Durante el último año y medio, los autores de este trabajo entrevistamos diez veces a Charly García. Siete de esas diez entrevistas, ninguna inferior a las dos horas, fueron realizadas especialmente para esta edición.


Charly nos contó su vida, desde el principio, y demostró a la vez prodigiosa memoria y absoluta franqueza. Lo que se publicará en éste y el próximo número de Rolling Stone es menos de la cuarta parte de lo que Charly nos contó, y aun así es la nota más larga jamás publicada en esta revista. 

Nunca pudimos arreglar uno de estos encuentros con dos días de anticipación. Es imposible con Charly. La única vez que lo intentamos, cuando llegamos a su casa dormía y no hubo forma de despertarlo. Cuando lo llamábamos, si tenía ganas de hablar nos decía vengan ya, o, a lo sumo, vengan dentro de una hora. Casi siempre nos recibió en su habitación, recostado sobre la cama. Uno de nosotros se acomodaba en el borde de la cama; el otro se sentaba en una silla. A veces, antes de empezar, tocaba para nosotros algún tema nuevo. Otras, cuando durante la charla recordaba algún tema viejísimo e inédito, lo hacía en su guitarra. A veces había fans (chicas) que presenciaban la conversación en silencio. A veces, no. Como fuere, en cada uno de esos encuentros hubo magia. No fue sólo lo que Charly contó, sino también cómo lo contó. Esta es la primera parte de su historia. Este es García. Charly García. 

–¿Cuándo observaste por primera vez que tenías talento para la música? 

–Lo primero que me acuerdo es de la “sitarina”. Todavía quedan algunas en las jugueterías o en las casas de música. Vendría a ser un triángulo… Es como el arpa de un piano pequeño: se toca con una púa, y al lado de las cuerdas tiene un papel con las notas y flechitas que indican cómo es la canción, así que cualquiera puede tocarla. Cuando toqué una por primera vez, me di cuenta de que yo pensaba, que asociaba ideas musicales. Bah, uno no piensa todas esas cosas cuando es chico, pero me acuerdo de la sitarina y de lo mágico que era tocarla. La primera escena top, con testigos, fue cuando me llevaron al piso de arriba y había un piano de verdad. Hasta entonces tocaba con pianitos de juguete. Entonces querían ver si era capaz de tocar en un piano de verdad. Sobre todo mi madre, que era –es– muy hinchapelotas. Fuimos a lo del vecino; los vecinos comenzaron a silbar melodías y yo las iba sacando. Y eso que era nene-nene, guga-guga, 3 años tenía… La oficial, la desvirgadora, fue “Torna a Sorrento”, que estaba en una cajita de música con una bailarina, y yo la saqué en el piano. Creo que el solo de “Seminare” viene de esa cajita de música.

–¿Y después? 

–Y después escuchaba los discos de la señora que me cuidaba, que se llamaba María. Escuchaba música española, zarzuelas… Y me gustaban.


–Tu vieja detectó algo… 

–… y me trajo el conservatorio a casa (se ríe). Vino la profesora Julieta Sandoval, que se enamoró de mí; era su alumno favorito. Yo no iba al conservatorio, daba examen a fin de año. Fueron diez o doce años, y en todos mis exámenes me saqué sobresaliente o felicitado, en Teoría, Solfeo, y en Interpretación.

–¿Qué tocabas? 

–“Para Elisa”, cosas así… Tocaba bien. Bah, toco bien… (se ríe). Chopin era el que más me gustaba. Era el que tenía más sensibilidad pop entre los clásicos. A la vez, me aprendía las historias de estos seres hiperreventados. Me autoflagelaba, me cortaba, me pegaba en los brazos…

–A la tierna edad de… 

–…6 años (risas). Me habían inculcado la idea cristiana de que a través del dolor se llegaba a la sublimación de la papa, o algo así. Y yo me la creía.

–No abandonaste del todo esa idea… 

–Cierto (risas). Eso se retomó después de ver un video de Marilyn Manson. (Muestra su brazo izquierdo, tajeado.) Tengo tres rayitas, nomás. (Extiende su brazo derecho, repleto de ampollas.) Estos son puchos, son autoquemaduras…
–…
–Ponéle que estoy hablando con un tipo... Viste que hay épocas que son especialmente polémicas, y me discuten todo, me sacan de mis casillas o me quieren cagar a trompadas. En muchos casos, o estoy en desventaja, o no tengo ganas de pelear. Entonces, puedo hacer así (extiende su brazo derecho, con la mano izquierda toma un cigarrillo, por suerte apagado, y lo hunde en su brazo derecho). Ahí se dan cuenta de que cuando uno dice cortála es en serio. Es un buen truco; en el momento no te duele. Te duele después…

–¿Cómo es eso de que Chopin era el que tenía más sensibilidad pop? 

–No sé, era el que más me gustaba…

–¿Y a qué te referís con “sensibilidad pop”? 

–Supongo que debe ser cierto amariconamiento del rock & roll… sensibilidad pop, qué sé yo… También se puede tener sensibilidad rock… Bah, en realidad uno tiene sensibilidad. Te voy a dar nombres de tipos con sensibilidad pop: Neil Sedaka, Elton John, los Beatles, Brenda Lee, las Shirelles y Palito Ortega cantando “Sabor a nada”. Say No More.

–¿Cómo era la profesora Sandoval? 

–Tenía el pelo recogido. Tendría entre 50 y 55 años, era súper católica, recatadísima, pero a la vez tenía el vuelo del mundo ése donde se piensa que flagelándose… qué sé yo. O sea, tiene su parte buena. Te vendía un cuento de hadas, y uno, cuando es chico, cree en los cuentos de hadas. Uno no ve la realidad real. Yo no veía la realidad en ningún lado. Hasta un momento, en mi casa todo era feliz como un almuerzo con Mirtha Legrand… hasta que dejó de serlo. Y bueno, vuelvo: yo tenía cuadernos de música… Ella me entrenaba para ser un concertista; me exigía, me hacía tocar piezas como El clave bien temperado, de Bach, que me salió a los 9 años. Teníamos un concierto por año. Me traía dulces, era como mi novia. Me acuerdo del backstage de los conciertos, que era una piecita medio oscura, con una escalerita que iba al escenario y un minitelón de terciopelo. Había mucho terciopelo, yo esperaba para salir y ella estaba con un rosario, rezando.

–¿Dónde eran estos conciertos? 

–En el salón del conservatorio Thibaud Piazzini. Al principio yo era tan chiquito que no llegaba a los pedales. Ahí me convertí en una especie de star. Me venían a ver las viejas, y después de los conciertos me llevaban a tomar helados a confiterías sofisticadas…

–Todavía no pensabas en componer… 

–Ves, por ahí la sensibilidad pop me la puso El Club del Clan. A mí al principio no me gustaba ninguna música que no fuera lo que estaba escrito, Chopin y todo eso… Y en un momento me dio por componer. “Espejos”, por ejemplo, lo compuse a los 10 años; se lo mostré a mi vieja y ella me atormentaba, se lo tenía que cantar a todo el mundo.

–¿Y a la profesora se lo mostraste? 

–No, ni le decía.

–¿Por qué? 

–¿Viste la película Mahler? En una parte el pibe está tocando el violín y el maestro le pregunta de dónde salió esa melodía. El pibe, contento, le contesta: “De mi cabecita”. El maestro le pega con la regla y le pregunta cómo se llama el tema, y el pibe le dice “La marcha de los gatitos”, y el maestro, muy enojado, le dice: “«La marcha de la mierda», componer es para Beethoven…”.

–Tu profesora te estimulaba para que tocaras, pero te castraba como compositor… 

–Para ella, yo tenía que ser un concertista, porque tocaba bien el piano.


–Mientras tocaras obras de otros, todo bien…


–No “obras de otros”: obras de música clásica. Los concertistas viven en otro mundo, son medio nerds… Bah, en el fondo somos todos nerds…
–…
–Fueron ocho años, más o menos, así. Y yo lo disfrutaba. Además, me daba ciertas ventajas con el otro colegio, el normal. Con que me fuera bien en el reformatorio, estaba todo bien. No sé qué fue de Julieta Sandoval. Me gustaría que se hubiera enterado de que triunfé. ¡Yo componía y todo, boluda..!

–¿Ibas a ver concertistas clásicos? 

–No, vivía en el pasado. En Chopin, vampirizado por la mina… Creía en el dolor como droga. Eso está bueno.

–¿Cuál fue el primer show que viste? 

–Vi por televisión a los Beatles en El show de Ed Sullivan. Eso fue determinante para que yo decidiera ser los Beatles o algo así. Bah, no pensaba que yo pudiera ser eso, lo veía lejano, como Chopin o algo así, pero me gustaba.

–¿Y el primer show que fuiste a ver? 

–Creo que fue Almendra en el cine Pueyrredón de Flores, con Banana como soporte. Me acuerdo que todo el mundo, cuando tocaba Banana, cantaba: “Banana, banana, la concha de tu hermana” (risas)… Y Almendra era buenísimo, las canciones eran fabulosas. Y sobre todo, el asunto de estar cerca de un ídolo, estábamos juntos, bien hippie. Los pibes percibieron la rebeldía de los Beatles. El Flaco [Spinetta] con sus pantalones de colores, increíble… Y me acuerdo de haber ido al [Instituto] Di Tella: entraba ahí y era como si me drogara (risas). Vi una muestra de Marta Minujín, y tocó Almendra, pero sin el Flaco, como trío, una zapada… Me acuerdo de la chica de atrás que, por la iluminación, tenía los dientes muy blancos… Ese día salí alucinado, me tiré en la calle… La policía era el enemigo.

–¿Y la música en la escuela? 

–A ver… La música… En la primaria me sentía aislado; a nadie le gustaba la música. En realidad, desde el principio tocaba para levantarme minas.

–Eso no cambió… 

–No, no va a cambiar nunca (se ríe). Yo pensaba que si tocaba un piano, por lo menos iba a ligar un sánguche y una mina. Y con eso tiraba (se vuelve a reír). Era un pibe joven, inocente… (tararea “Dime quién me lo robó”): “La escuela estaba ahí, esperando por mí”… Al principio, la escuela me aterrorizaba. Iba a un colegio público, lo cual era un poco raro.

–¿Por qué “raro”? 

–Porque mi familia era un poco especial y vivía en el mundo de la clase alta. Cuando empezaron a caer, tuvieron que mandarme a un colegio de doble escolaridad. Entonces fui al Aeronaútica Argentina, que queda en Quilmes… Y me hice vago, reventado, de hacer quilombo. Hasta ese momento, lo que me molestaba de la escuela era el quilombo. No entendía por qué los pibes querían quebrar el orden; en la música clásica, a nadie se le ocurriría cambiar una corchea a lo que escribió Mozart. Como ése era mi mundo, cuando veía una zapada tan grande como el colegio, me ponía nervioso. Y la música que no fuera clásica me ponía nervioso: escuchaba algo desafinado y me ponía nervioso.

–¿Y no había pibes rockeritos? 

–No, en la primaria no, y en la secundaria, el rockerito era yo. Elegía pibes para que tocaran conmigo, de acuerdo con la ropa que tenían. Eran dos o tres y estábamos en el look de los Who. Una cosa para muy pocos, porque nadie escuchaba a los Who entonces.

–¿Cómo te llegaba esa información? 

–En Canal 2 pasaban cosas de rock y además mi vieja trabajaba en una radio, y entonces traía muchos discos… Una vez trajo el simple “Like a Rolling Stone”, de Bob Dylan, y me volví loco. “¿Cómo puede ser que esto exista?” Era alucinante. Por eso componía en inglés.

–Y así formaste tu primera banda… 

–Sí, pero la banda no era la gente que la integraba, era la idea que yo tuviera. Agarraba a uno y me hacía amigo, y le hinchaba las pelotas para que se comprara una guitarra eléctrica. Entonces armé To Walk Spanish, que quiere decir “Los que hacen lo que no quieren” no sé en qué dialecto [N. de la R.: según el Dictionary of Phrase and Fable, de E. Cobham Brewer, 1898, “walk spanish” significa “despedir (de su empleo) a alguien”.] Tocábamos temas de los Byrds, de Hendrix, de Vanilla Fudge… Antes de formar esta banda yo ya me llamaba Charlie, porque la profesora de inglés me decía Charlie. A todos les decía “Pérez”, “González”, qué sé yo, y a mí me decía (imita la impostación de una profesora de inglés) “Charlie”… Esto fue a fines de la primaria, principios de la secundaria. Después conocí a un pibe que se llama Carlos [Piégari], que tenía otro grupo [The Century Indignation, que después se fusionaría con To Walk Spanish y daría lugar a Sui Generis], y ahí empezó a agitarse en serio. Cantábamos nuestras propias canciones; “Monoblock”, por ejemplo. Y compusimos una ópera rock antes que los Who. Era Teo, sobre un tipo que fue “hijo de una luna fecundada en…”, no me acuerdo, como si fuera un personaje de Roberto Arlt… Carlos estaba influido por Poni Micharvegas, Jorge Schussheim y toda la música de café concert. Las letras eran importantes. Nito cantaba con él.

–¿Recordás letras de aquella época? 

–De Teo, no, pero me acuerdo de otras que eran buenísimas. “Lava la ropa, Juana”, por ejemplo. (Empieza a recitar la letra, se aburre, dice: “Mejor te la canto”. Enchufa uno de los teclados que tiene en la cama.) Esas letras no eran todas mías, eran de todos… (Empieza a tocar.) “Lava la ropa, Juana/ lávala sin cesar/ porque tu marido/ no vuelve de trabajar”… Bueno, tenía muchos cambios de ritmo, y después la pintaba a ella como una especie de obrera sexualizada por el marido (sic), y terminaba (vuelve a tocar) … “Y te acuerdas/ de aquel príncipe azul/ que una vez/ te invitaba a bailar…/ Ya no es/ más que un pobre infeliz…” (risas).

–Un antecedente de “Natalio Ruiz”… 

–Algo así. También está “Te recuerdo, invierno”, “Marina”… (Canta): “Andan diciendo por ahí que se perdió/ una niña que se/ llamaba Marina”… La melodía es parecida a “Porque estamos en la calle/ de la sensación…” [de “Seminare”]. Dicen que uno compone todo en la adolescencia, y que después recuerda. Tiene algo de verdad.

–¿Cuáles eran las actividades habituales de ese incipiente Sui Generis? 

–Nos juntábamos en mi casa, o yo iba a la casa de Carlos, y después estaba Pipi Correa, que entró más tarde. ¿Qué hacíamos? Ir a las grabadoras, por ejemplo. Carlos, Nito y yo. Ibamos a cbs. Nos daban una cita, íbamos y tocábamos con las guitarras. Nos bancamos todas. Queríamos grabar discos, y lo hicimos. Justo cuando ya habían desistido casi todos, nos agarraron a Nito y a mí. Pero antes nos pasaron mil cosas. ¿Querés que te cuente una?

–Y dale. 

–Estábamos en Philips. Teníamos una cita con un productor. Pasamos por una oficina; un tipo nos llamó y nos tuvo cantando dos horas: llamó a las minas de la oficina, empezamos una relación, todas las semanas nos pedía guita para comprar una botella de whisky para los capos de la compañía… Un día fuimos, pasamos por su oficina: la silla vacía. Preguntamos por el tipo y no era productor, era uno cualquiera que se había metido ahí. Nunca habíamos hablado con el productor de Philips.

–Vaya… 

–¿Lo tenés a Francis Smith?

–Sí. 

–El me dijo que lo que hacían ellos en las compañías eran latas de arvejas; que no importaba que las arvejas fueran buenas o malas, sino que se vendieran, que fueran comerciales. Después a Jacko Zeller, otro productor, le vendimos “Monoblock”, pero él nos quiso poner una condición: del otro lado del simple tenía que estar un tema de él, “Y Péguele Fuerte”, que se usaba para una propaganda de ypf [Yacimientos Petrolíferos Fiscales, hoy en manos de la española Repsol]. Era una época de mierda. La primera música pop con algún tipo de sensibilidad fue la de Almendra; hasta ese momento, cantar en castellano era mersa. Todo era basura. Una vez subimos once pisos por la escalera, hasta llegar a las oficinas de una compañía para cantarle toda la ópera a un productor. Las paredes de su despacho estaban empalizadas de Discos de Oro. Le cantamos la ópera, que duraba media hora, y casi nos contrata. Bajamos corriendo por la escalera, súper felices, y tardamos en averiguar cómo era realmente el asunto. El tipo decía que los discos salían primero en Australia, y que una vez que éramos famosos en el mundo, los editaban acá (risas). Y nosotros le creíamos. Después nos enteramos de que a los grupos los tenían bajo un contrato híperleonino que incluía limpiar la oficina, hacer de cadetes… En una época intentamos semivendernos. Hacíamos temas que eran semicomerciales, que estaban buenos. (Toma la guitarra, canta): “Con el pelo en la cara, la lluvia mojando su piel…”. “Niña de abril”, se llamaba. Y entonces apareció Jorge Alvarez y zafamos. Todavía no éramos muy buenos. Almendra nos parecía inalcanzable, tocaba mucho mejor que nosotros. Teníamos buenas canciones y punto: lo nuestro era hiperbarroco. Había arreglos por todas partes (toma la guitarra y vuelve a cantar; acaba de recordar la letra del tema de la ópera): “Teo fue hijo de una luna fecundada/ por un gato medio reo/ un sábado 32./ Teo, Teo/ una mañana, laralalaralá…”. En esos días escribí “El ovillo de hilo”, que años después, con otra letra, fue “Plateado sobre plateado”.

–¿Recordás el debut de Sui Generis? 

–No mucho. Fue en el Club Italiano, enfrente del Parque Rivadavia. Cuando terminó el show, el bajista y yo estábamos en el baño y vino un pibe y le dijo: “¿Vos tocás el bajo?”. “Sí.” “¿Y para qué, si ustedes hacen pum pum?” (risas). Después me acuerdo de un show en un club: llegamos, vino el dueño y nos dijo éste es el camarín, acá se pueden cambiar. Y nosotros nos cambiamos: yo me puse la remera del bajista, el bajista se puso la mía (risas)… Después, cuando empezamos a ser un cachito conocidos, tocamos en el teatro abc, en el Centro, en la tras-trasnoche. También tocaban Roque Narvaja, el negro Jimmy, Pedro y Pablo, y a veces Pappo. Eso mataba. Fue la primera vez que me pidieron un autógrafo. Ahí conocí a la madre de mi hijo [María Rosa Yorio]. Salíamos Nito y yo por la escalera, y estaban ella y dos chicas más, de blanco, vestidas de ángeles, diciendo que nosotros éramos mágicos, inalcanzables y no sé qué…

–¿Cómo llegaste a ser el tecladista en el primer disco de Raúl Porchetto [“Cristo Rock”, el debut de Charly en un estudio]? 

–Buena pregunta. En un show en el club Luz y Fuerza, en la calle Perú, conocí a León Gieco y a Porchetto, que estaba con la idea de hacer una ópera. Era Cristo Rock, y me puso de pianista. Nos fuimos a ensayar a un garaje en Mercedes. Vivimos ahí una semana…

–La época en que Porchetto tenía onda… 

–Sí… (Se ríe, piensa.) Sí. Cuando volvimos a Buenos Aires entramos en el estudio, y de los que habíamos ido a Mercedes, el único que grabó en ese disco fui yo. No, también estaba el baterista. Estaba Jorge Alvarez en la consola, Billy Bond fumando porro… Había cola para reemplazarnos. Estaban David [Lebón], Pappo… Tocaba uno, y los de afuera decían: “No suena nada…”


–¿Tenían envidia? 

–No, no era envidia. Lo hacían para gastarnos. Como que eran muy heavies, ponían el Marshall a mil, qué sé yo. Los músicos de La Pesada del Rock ’n’ Roll me gastaban un poco, pero me aceptaban porque sabían que tocaba bien. Cuando tocaba el más mínimo arreglo o fraseo, me decían: “Pará, Chupín”, por Chopin. Cuando toqué con ellos, después, tenía que tocar corcheas en octava: clin, clin, clin, clin (imita con la voz el sonido de un pianista del tipo Jerry Lee Lewis) y podía hacer eso, nada más.

–¿Cómo sonaba el Sui Generis que la mayoría no escuchó, el de seis integrantes? 

–En mi cabeza sonaba como Vanilla Fudge, que hacía covers psicodélicos de los Beatles y de las Supremes, con mucho órgano y mil partes distintas. Vanilla Fudge estaba muy adelantado a su época, fue un antecesor de Deep Purple y de lo que después fue el rock sinfónico. Yo tocaba un órgano Farfisa y una guitarra Rickenbaker. Nito en esa época estaba bien de fondo. Medio músico. Estaba ahí, hacía panderetas, cantaba un poquito, era muy tímido.

–Ya tocaba la flauta… 

–Sí, lo que llamaba más la atención de él eran el peinado y las orejas (se ríe)… Era un freak, parecía uno de los Roxy Music. En el Dámaso [Centeno, el colegio al que fueron Charly y Nito] tenía que usar el pelo corto, era la mano “Aprendí a ser formal y cortés”, con la nuquita rapadita. Nos dejábamos el pelo largo hasta el ombligo, y después nos hacíamos un rodete. Ahí nació el peinado a dos aguas tan característico que después Nito no cambió nunca (risas)…

–Que después copió Sergio Denis… 

–Claro. Sergio Denis es un admirador de Nito. Lo ha dicho públicamente.

–Nos contaste cómo sonaba Sui Generis en tu cabeza. ¿Y en vivo? 

–Se hacía muy difícil tener un baterista. Nuestro primer baterista, Beto Rodríguez, duró hasta que Sui Generis se intelectualizó. Nito era el segundo del grupo de Piraña [Carlos Piégari; The Century Indignation]. Teníamos buenas voces y buenas letras. Con Piraña éramos los Lennon y McCartney del colegio. Primero, To Walk Spanish fue una especie de Vanilla Fudge. Y después fue Vanilla Fudge pasado por el café concert, que era lo que le gustaba a Piraña. Luego él dejó la banda porque la madre no lo dejó cantar en La Boca.


–¿Cómo fue que tu vieja te echó de casa? 

–Pasó que no hacía lo que ella quería. Cuando salieron los Beatles, ya se los dije una vez (véase RS 36), dije: “Concertista tu abuela: a mí me gusta más esto”… Para ser concertista había que estar diez horas por día en el piano y había que ser puto (risas)...

–¿Cómo fue? 

–No fue una vez sola. Todos los días me echaba de casa. Nunca lo tomé como en las películas, donde el echado dice: “¡Nunca más volveré a esta casa!”. ¡Las pelotas! Yo sentía que la casa era mía, y se van todos a la concha de su madre. Volvía a la noche y sacaba algo de comer de la heladera. Después, cuando la conocí a María Rosa, éramos dos a los que habían echado de casa. El día que íbamos a dormir en una plaza, vendí un amplificador y pude pagar la pensión. Y ahí empecé a vivir de la música.

–¿Te acordás de la primera vez que cobraste buena guita con Sui Generis? 

–El cheque, el cheque, te lo voy a decir, fue con Adiós Sui Generis en el Luna Park. Dos de la tarde, Avenida 9 de Julio… Cuatro hippies ridículos que éramos yo, Nito, Juan Rodríguez y [Rinaldo] Rafanelli (que estaba con la novia); los cuatro yendo a un banco, cada uno con un cheque por lo que serían ahora 300 mil pesos…

–¿Y qué hiciste con esa guita? 

–No te lo puedo decir, porque por eso nos metieron presos. La encontraron (risas)… No, es un chiste.

–Vamos más atrás en el tiempo. ¿Cómo fue la colimba? 

–Yo estuve en Campo de Mayo. Fui un boludo: cuando hicieron la revisación me podía haber hecho el puto, el enfermo, el loco… No hice nada, porque tenía el número bajo y pensé que zafaba. Pero no era tan bajo. La colimba fue corta. Había un tipo, un general o qué sé yo, al que de caradura le dije que tenía un soplo en el corazón y que no podía hacer ejercicios, ni tiro, ni nada de eso… Me puso un papel con su firma, en la que estaba absuelto de hacer entrenamiento… Entonces, cuando hacían instrucción, me ponía la camiseta, el birrete, y adentro del birrete, el papelito. Cuando me venían a cagar a pedos, les decía: “Eh, mirá…” y sacaba el papelito. Un día vino un militar de otro regimiento. El quía me miró y me dijo: “¡Soldado, venga corriendo!”. Y yo fui caminando, en mi personaje. Tenía un soplo en el corazón. Entonces, cuando llegué me cagó a pedos. “¡Vaya para allá y vuelva corriendo!” Fui caminando, y volví caminando. Y cuando llegué, hizo poner a todos los zumbones, esos que tienen los palos, y me rodearon. Ahí me dijo de todo, que era un puto, que me iba a cagar a palos. Yo pelé el papelito: “Mirá, yo soy amigo de éste. Vos me tocás y fuiste”. Funcionó. En vez de cagarme a palos, me dejaron. Salí corriendo, di tres vueltas al cuartel y me metí en la enfermería, gritando ay, me muero, me muero. Cuando pasó el camión que iba para el Hospital Militar, me colé. De ahí la llamé a mi vieja, vieja, socorro, me muero. Me pusieron en el séptimo piso y se olvidaron de mí. Pasaban los días y seguía en observación, porque a ese doctor lo cambiaron de turno. Y no podía cambiar el personaje, tenía que seguirla. Una noche me tomé unas anfetaminas que me dio mi vieja, para asegurar la historia del soplo al corazón… Me las tomé todas, como si fueran caramelos. Me agarró un speed que decía: “¿Qué hago acá?”. Salí con el pijama, me fui a la terraza y empecé a correr tipo fiiuuu… Pensé que me moría y ahí escribí “Canción para mi muerte”. Para esa época tenía onda con una enfermera: a cambio de hacerle unos mandados, a la noche me abría el ropero, me daba mi ropa de civil y yo salía… Salía a las 7 de la tarde y volvía a las 7 de la mañana… Ya era medio joda, entraba, salía… Un día me dan un cadáver para que lo lleve a la morgue, en una camilla. Y yo, en vez de entrar en la morgue, me meto en el casino de oficiales con el muerto, y pido dos cocacolas (risas)… Ahí me dieron una patada en el orto y me mandaron a mi casa, pero la libreta la seguían teniendo ellos. Iba al Edificio Libertador a pedir la libreta, y no me la daban. Hasta que me la dieron. En el documento habían puesto “Neurosis histérica, personalidad esquizoide”: la re-pegaron (risas)… En la oficina me agarró uno y me dijo: “Vos no estás loco”. Entonces agarré una máquina de escribir, la tiré por la ventana, rompió el vidrio y cayó al lado de unos pibes que estaban desfilando. El tipo pensó: “Okey. Está loco” (risas)… Después, ¿sabés lo que era salir al escenario con el pelo corto? Un bajón, pero a la vez me daba un look especial…

–¿Es cierto que acompañaron a Gianfranco Pagliaro? 

–Hicimos una gira como soporte. Pagliaro me enseñó una forma de afinar la guitarra acústica para que sonara como una de doce cuerdas... Todos fueron muy simpáticos, macanudos con nosotros. Ya había un público nuestro, ojo; eran tres gatos, pero eran nuestro público. Y Pedro y Pablo… [Miguel] Cantilo decía que nosotros éramos la nueva; estaba recopado. En nuestra época eléctricus ensayábamos en Conesa [la casa-comunidad que habitaban, entre otros, Cantilo y Jorge Durietz]. El vio el cambio, cuando nos quedamos solos con Nito. Y le gustó más. La verdad es que con el tiempo fue buenísimo que pasara eso, porque, entre tantos arreglos que yo metía, el delirio de pendejo, la distancia con la realidad…

–Querías meter todo, todo el tiempo y en todos los temas... 

–Sí. Además, no tocábamos bien. Yo era medio malo para tocar rock & roll, y los demás, ni hablar. Tocaba la guitarra, y el órgano me gustaba, pero era un Farfisa, no tenía un Hammond… Recién en Vida toqué el Hammond del estudio, la guitarra a lo Pagliaro. La primera canción que grabamos fue “Amigo…” [“Amigo, vuelve a casa pronto”], con Paco Prati en la batería… Vida lo grabamos como queríamos; había muy buen ambiente, a pesar de que nos cargaban un poquito porque tocábamos canciones en lugar de tocar rock. Quise poner “Pequeñas delicias de la vida conyugal” en el primer disco, pero quedó afuera: Alejandro Medina no lo podía tocar porque tenía más de tres tonos.

–Hay un elemento religioso muy fuerte en “Dime quién me lo robó”, esa idea de que tenés una fe que se te fue, y que desearías “volver a creer”… 

–Me dio bronca haberme autoflagelado al pedo. Lo que Julieta Sandoval me inculcó, que a través del dolor y el sufrimiento se llegaba al éxtasis de los grandes genios… En vez de la droga era Cristo. Y bueno, cuando se te cae todo eso… La canción habla de eso. Sinfonía para adolescentes…

–¿Y “Amigo...”, de qué habla? 

–La música tiene mucha influencia de Elton[John], del lp Madman Across the Water [1971], el primer disco de rock donde el piano fue protagonista… La letra no está dirigida a ningún personaje real. Me imaginé algo así como un tipo que se había ido; tiene algo que ver con el “Tema de Pototo”, de Almendra…

–En aquella época, muchos pibes de tu edad estaban entusiasmados con el regreso de Perón, había un clima militante en el país... ¿A vos qué te pasaba con eso? 

–Yo era miembro del Partido Comunista Revolucionario, querido… Era maoísta. Iba a reuniones en las que estuvieron David Viñas, Federico Luppi y otros intelectuales… Fui a cantar un par de veces a la villa. (Pone cara de asombro, como si no pudiera creer lo que está recordando.)... ¡El Partido Comunista Revolucionario, boludo..! ¡Ja ja ja! Casi un tirabombas. Antes de conocerlos, solía decir cosas fuertes al final de los conciertos de Sui Generis: hablaba del Che Guevara, arengaba a la gente... Entonces, cuando los maoístas éstos me vinieron a hablar, me copé. En Instituciones quería poner el Manifiesto Comunista solamente para cagarme de risa. Ya Marx me parecía re-fashion…

–¿Cuánto tiempo estuviste ahí? 

–Hasta que dejaron cantar a los cantantes de protesta… (risas). No, no me lo creí (duda)…

–¿Nunca te lo tomaste en serio? 

–Sí, me lo tomé en serio porque me parecía que a los hijos de puta había que matarlos. Era una cosa urgente, porque si no, nos mataban a nosotros. Y estaba en un partido muy extremo, inagarrable. No me parecía que fuera peligroso, de tan extremo… Hablaban de cosas como si los rusos le habían dicho a los chinos que… Era todo un complot mundial (se ríe), tremendo, y yo tenía que hacer canciones que hablaran de la realidad, sobre ratearse del colegio… Y había una comunista que tenía buenas tetas.


–¿Cuándo tiempo estuviste ahí? 

–Hasta que se fue la de las tetas... (risas). No, duró hasta que empecé a grabar Instituciones. No estaba afiliado ni nada, iba a las reuniones... Era como ser alternativo. Bueno, más que eso…

–En el 73, tocaron en un festival de la Jotapé en la cancha de Argentinos…


–¡Cómo no me voy a acordar! Estábamos por subir a tocar y apareció una mina que tenía un camisoncito divino, y me dijo que le firmara un autógrafo en las tetas. Yo tenía un minipiano. Durante el show, ¿sabés quién estaba escondida ahí abajo? La mina. Y me hizo un blowjob (risas)…

–¿Qué drogas consumías en esa época? 

–Yo no me drogaba mucho, hasta la época de Instituciones… Primero fumaba marihuana, después empecé a tomar ácido con los Sui…

–¿Hay canciones de ácido de Sui? 

–No se puede componer en ácido. Te pasabas doce horas en las que querías hablar y no podías. No podías estar en la ciudad, te tenías que ir al campo. Eran muy buenos, lo que tomaba Timothy Leary: te llevaban el cerebro a campos más allá de la comprensión.

–¿Te acordás del primer ácido? 

–Sí, era falso. Hicimos una vaca con una groupie y conseguimos la plata para comprarlo. Nos vendieron el ácido, nos fuimos a Parque Saavedra, nos sentamos abajo del árbol a esperar… Y esperamos todo el día. Yo decía “ya pega, ya pega”, y no pegó un carajo (risas)…

–Bueno, alguna vez sí te pegó… 

–Me acuerdo de una vez en Carlos Paz, en un lugar que se llamaba Icho Cruz. Después de que se separó Sui Generis nos fuimos con Nito, Rinaldo Rafanelli y David Lebón a un lugar de montañas. Nos alquilamos un hotel y sacamos las camas a la terraza. Vivíamos ahí, con dos parlantes de Winco, escuchando Mahavishnu todo el día y tomando ácido… Era amor y paz en serio, digamos; había una amiga conocida y nos íbamos a coger de una. Eramos todos hermanos, no lo digo en forma maliciosa… No existía el sida: lo peor que podía pasar era que te agarraras una blenorragia o algo así…

–Estábamos en Icho Cruz… 

–Wait a minute. Primero cuento cómo llegamos ahí. Estábamos en la casa de la hermana de David y había un pelado al que no conocía nadie. Se llamaba Pocho. En esa época, cuando había alguno que no tenía el pelo largo, nos agarraba una paranoia… Seguro que era un cana. En un momento el pelado, pobre, nos dice che, no se coman ninguna, yo no soy cana ni nada… Era cholulo nomás, se derretía por estar con nosotros. Con él nos fuimos a Icho Cruz. Tomamos el ácido, y el pelado empezó a alucinar mal. Estábamos todo el día caminando como en el póster de Woodstock, todos en bolas por el campo, y en un momento me mira y dice: “¿Che, yo también tengo mocos?” (risas). Yo estaba jugando con un casete, le sacaba la cinta y lo tiraba al río. El pelado lo iba a buscar, me lo traía y yo lo tiraba de nuevo. El decía cómo puede ser que tires la música a la cascada (risas)… A la noche fue un problema comer, nos sentábamos en el restaurante y no había manera de pedir nada… (balbucea, como si estuviera “puesto”). Y el pelado dijo dejámelo a mí, y pidió un sánguche de alas de mariposa (risas)... En ese momento éramos militantes del ácido.

–¿Cómo escribiste “Cuando ya me empiece a quedar solo”? 

–Lo compuse en una sillita que estaba al lado de la cama, en la pensión de Soler y Aráoz, con una guitarra criolla que tenía en el ropero, la auténtica “guitarra en el ropero”… Tenía la música en la cabeza, y enseguida supe que era impresionante.

–¿Tenías miedo de quedarte solo? 

–Nooo… Cuando uno tiene esa edad, inventa todo. Jamás vi una persona como Mariel [de “Mariel y el capitán”], la situación de “Quizás porque” no existió… Yo nunca me había enamorado.


–¿Cuál fue la primera vez? 

–Con María Rosa [Yorio].


–¿Y hay canciones para ella? 

–“Bubulina” era ella, que es una personaje de la película Zorba el griego…

–¿Qué leías por esa época?


–Leía a Artaud, supongo que influido por Luis; a Ray Bradbury… Pero siempre me gustaron más las revistas que los libros… Me gustaba [George] Orwell y el Big Brother [se refiere al libro 1984]…

–Hablemos de “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, cuando Jorge Alvarez te hizo “suavizar” las letras…


–Instituciones es mejor como salió que como hubiera sido con las letras originales…

– Las letras que quedaron son mejores. 

–Yo ya estaba en una mano medio alternativus, un contra… Escribí “Tango en segunda” contra Alvarez, esa parte que dice: “A mí no me gusta tu cara…”. El tenía algunos pecadillos, como su very special forma de entender la distribución del dinero, y en ese momento asumió el papel de censor… Al principio, el disco se iba a llamar Instituciones. Si hubiera sido editado con las primeras letras, los censores por ahí se hubieran dado cuenta. Y la verdad, que no se hayan dado cuenta también tiene su gracia.


–Tiene más gracia… 

–Más gracia.

–¿A qué le tenían miedo? 

–A todo, desde que no te pasen por la radio, a que te peguen un tiro…


–¿Alguna vez te amenazaron? 

–No. Por ahí algún conocido desaparecía o le pasaba algo, y eso generaba paranoia. No tengo ningún amigo desaparecido. Vivíamos en una burbuja. Recuerdo haber paseado en un Bentley descapotable después de la filmación de Adiós Sui Generis… Eramos como aristócratas. Estábamos medio descolgados, parecíamos hijos freaks de militares… Bah, tanto no…

–¿Por qué quisiste hacer un disco sobre las instituciones? 

–En realidad, esa idea es precursora de The Wall. Me imaginaba una gran muralla de ladrillos sobre la que pintaba el Manifiesto Comunista. Veía a las instituciones como una pared gigante… En esa época se hablaba mucho de los atentados contra las instituciones, y las instituciones hablaban. Eran el Poder. Los militares, bah, que se habían apropiado de las instituciones. Había una canción de Caetano Veloso que decía: “Señor general, a usted yo no le gusto, ¿pero a su hija?”. Era como poner una quinta columna en la casa, pervertir a la hija... Y bueno, hablando salieron el matrimonio, la censura; las instituciones más blandas, digamos.

–¿Cómo te cayó la censura de Alvarez? 

–Yo no soy tonto. Sabía que poner el Manifiesto Comunista en el medio de la represión era una locura, pero me gustaba la idea del shock. Me imaginaba cerrar el disco con un coro tipo (canta “Another Brick In the Wall”, de Pink Floyd): “Hey, teacher, leave the kids alone”, pero cantando “Proletarios del mundo, uníos…”. Y, no sé, vos fijáte que Alvarez era un editor de libros de izquierda. Era un tipo que sabía cómo venía la mano, sabía sobre el manejo de la palabra, y me preguntó si se podía decir eso mismo siendo más sutil.

–Entonces no fue censura... 

–Nunca vino nadie a decirme nada. Ojo al piojo. Jorge Alvarez no era el poder. A mí me divertía ver hasta dónde daba el quía, hasta dónde se bancaba la realidad, hasta dónde cometíamos juntos un delito. Eramos cómplices del crimen. “Botas locas”, “Juan Represión”: si hubieran estado esos temas, no sé... Salió un disco mejor. “Tango en segunda” es mejor que los temas que quedaron afuera... Siempre que tuve problemas fue por tenencia o no tenencia, cosas que tenían que ver con las drogas, más que con la censura. A mí nunca me dijo nadie nada. Yo, a su vez, usaba ese alvarecismo de ver hasta dónde daba el asunto. Había visto los mecanismos que usaban para la censura con Miguel Cantilo o con León; ellos tenían problemas en serio, como Miguel con “La marcha de la bronca”. Yo era más un pendejo hippie al que le gustaban las pendejas. Pero molestar, nos molestaban. En los recitales se llevaban mucha gente presa, siempre había quilombos... Realmente nunca fui de la mano “A desalambrar”; hacer eso para ganarse el público siempre me pareció de última. Yo quería hacer discos y quería decir cosas. Quería rockear y tocar para la gente, y si te censuraban, fuiste.

–Además de las letras, lo sorprendente de “Instituciones” fue el giro musical… 

–Se volvió al Sui Generis de antes, al Sui Generis hijo de Vanilla Fudge. En su momento me pareció medio low fi, que no estaba bien grabado. Pero no, está buenísimo. Flanger por todos lados. Así se hacía. Yo no sabía cómo grababa Jimi Hendrix, pero hacía lo mismo.

–¿Decidías todo en la grabación? 

–El técnico estaba atrás de la consola. Había una cabina con terciopelo rojo, y los músicos no podían pasar a la consola. Un día grabo el solo de piano de “Un hada, un cisne”, y quedo recopado, y lo veo al tipo así (se tapa la cara con el brazo) y digo: “Uy, qué bueno, se recopó”. Estaba dormido, el boludo (risas)…

–¿Qué grabaste con La Pesada? 

–Toqué en Tontos… Grabé un piano en “Gracias al cielo”: “Grass, grass, grass, gracias al cielo”… Ese long play era una cagada, pero a mí La Pesada me gustaba… A mí me gustaba todo. En la época en que La Pesada y Arco Iris se tiraban mierda, a mí me gustaban los dos… Arco Iris me encantaba.

–¿Cómo conociste a Spinetta? 

–La primera vez que me habló era como Jimmy Page, o más… Yo siempre me sentí como invasor, ¿entendés? Eso pasó después, él se puso celoso. Fue en [el restaurante] Pippo. Se acercó a mi mesa, me dijo que yo tenía talento y que me cuidara de los vampiros. Yo me quedé contento.

–¿Le hiciste caso? 

–Vivimos en una sociedad vampírica. Donde estábamos contratados era un vampirismo total. Depende de cómo te vampireen. Como dice una amiga española: “Que te cojan es una cosa, pero mejor que te cojan con una verónica”. Verónica es lo que se le hace al toro antes de matarlo; o sea: que te cojan con estilo (risas)… Alvarez era un genio en eso: no solamente te cagaba con la guita, sino que después te sentías culpable.

–¿Cuándo fue la primera vez que sentiste que los músicos eran los que vos querías, que estabas bien acompañado y que podías tener un buen intercambio musical? 

–La primera vez… Supongo que con Nito, cuando quedamos los dos solos y vimos que funcionaba. Dijimos “Esto es” y nos jugamos por eso. Con Serú, por supuesto… Y con La Máquina ensayábamos diez horas por día… En el sótano del club de paleta de Bazterrica y compañía. Crucis nos cagó.

–¿Sonaba mejor? 

–Sí. Era más palo. Nosotros éramos Yes y ellos eran Deep Purple, sonaba más rockero. Igual, de Crucis nadie se acuerda, y de La Máquina sí. Nosotros teníamos mejores canciones, pero ellos la del rock sinfónico la habían pegado, y tocaban muy bien. Pino [Marrone] era un guitarrista impresionante…

–Vos fuiste el productor del primer disco de Crucis… 

–Los produje hasta que [Gustavo] Montesano se puso a cantar. Yo creía que el grupo era instrumental. Iba a los ensayos, y las partes de bajo y batería las ensayaban solos; eso era buenísimo, un relojito. El disco estaba por la mitad y estaba bárbaro, y de pronto llegó éste (berrea, burlándose de Montesano)… Era como Yes pero cantado por Laureano Brizuela (risas)… Dejémoslo ahí. Después hizo una carrera muy respetable y todo, pero en esa época ni afinaba.

–¿Cómo es que te cansaste de Sui justo cuando habías logrado el sonido que querías? 

–No, lo que pasó fue que al poder tener teclados, le quitaba mucha preponderancia a Nito y a los demás. Les daba fiaca. Y además, con la llegada de la psicodelia estaban todos medio colgados… Yo también era psicodélico, viste, pero había que ensayar. Les di dos o tres meses de plazo: “Nito, tenés que venir con las cuerdas al ensayo”. Si en esa época se portaban bien, seguíamos. Si no, adiós. Nito se olvidaba la guitarra, no quería ensayar, o se quedaba curtiendo con una minita o una cosa así.

–Pará, vos no eras un santo... 

–Sí, es cierto, pero wait: estaba muy copado porque habían aparecido los sintetizadores. Yo los quería, estaba podrido de tocar en un piano que no se escuchaba nada. Hasta que no llegó el piano Fender, yo no escuchaba nada y la gente tampoco, porque era muy difícil amplificar un piano. Soy un reventado, lo que quieras, pero cualquier tipo se cae muerto con lo que yo tomo en una mañana. Viste que cualquier careta se fuma un joint y ve pajaritos de colores… La verdad es que me puedo tomar dieciocho botellas de whisky y no me emborracho, no sé por qué. Soy muy sensible a los sentimientos, a eso…

–¿No te quedaste conforme con el disco “Adiós Sui Generis”? 

–Sabés que se dice que no le di mucha pelota, pero hace poco lo estuve escuchando y me quedé impresionadísimo con la subdivisión que hacíamos de la música. Juan [Rodríguez, el baterista] tocaba como Keith Moon... Estábamos muy al palo… En vez de pensar el compás con cuatro negras lo pensábamos con dieciséis semicorcheas o algo así…

–¿No le agregaron nada en estudio? 

–No. No había forma, en esa época.

–¿Hay algo que se pueda decir sobre Adiós Sui Generis que no hayas dicho? 

–(Piensa.) Que me volví caminando a mi casa, solo por Corrientes, que me encontré con León Gieco…

–Eso ya lo dijiste… 

–Entonces no.

–¿Es cierto que ese día te fumaste una docena de porros? 

–Veintisiete.

–¿Entre cuántos? 

–No, yo solo… Bah, qué sé yo, en el auto éramos dos. Dábamos vueltas alrededor del Luna Park en un Citroën con un amigo. Fuimos temprano, para ver a la gente…

–Bueno, no manejabas vos… 

–No, yo no sé manejar.


–¡Veintisiete! 

–Bah, no sé si 27; más de 20, seguro. Y pegaba, en esa época.

–¿Era mejor que ahora? 

–Sí, mucho mejor.

–¿Es lo mismo tocar colocado que sobrio? 

–Bueno, por ahí me estoy mandando en cana, pero lo raro es tocar sobrio. En esa época el porro era casi una religión. Uno se sentaba con los amigos, los armaba… Yo no sabía armar, los tenía que armar otro… Era una gran cosa, más social que individual, lo cual era bueno, porque todo el mundo se ponía high… En realidad, lo que te quiero decir es que es muy raro que yo me ponga borracho, no sé, no me pega el alcohol; a mi organismo ya no le hace nada.

–Alguna vez te pasó de subir al escenario y hacer cualquiera sin poder evitarlo… 

–Aquella vez en Villa Gesell, por ejemplo… Me caía, loco. Pero eso no era por drogas, era por unas pastillas que me dieron cuando estuve en la clínica, que me hacían perder el equilibrio. Los efectos colaterales eran peores que lo que supuestamente te curaban.

–Nunca hablaste mucho sobre PorSuiGieco. Lo que se sabe es que organizaron una reunión para hablar de cómo los cagaban con las regalías, y que vos te aburriste y dijiste “Vamos a tocar”… 

–…y nos siguieron cagando (risas). A ver… Con León yo siempre tuve una onda, un enorme respeto como persona y por lo que él hace… Siempre me transmitió seguridad, me pareció seguro, honesto, polenta. Nos encontramos en un par de recitales donde él era un poquito más conocido que Sui Generis. Desde que nos conocemos hasta ahora, nunca me defraudó, una persona muy correcta, y bueno, me gustaba andar con él y me gustaba también cuando cantábamos con Nito y con él. Estaba copado con las voces, me gustaba mucho Crosby, Stills, Nash & Young… Young era Porchetto, metía temas desbolados, que no tenían nada que ver con el resto. Y María también ponía lo suyo. Siempre me gustó mucho cómo cantaba. María, Nito y yo éramos como una familia. Lo de Porchetto era más su trip. A ver… Yo sería Crosby, León sería Stills y Nito sería Nash… y María, no sé, Joni Mitchell…

–Hicieron una gira con PorSuiGieco… 

–Hicimos una gira que fue “Perros rabiosos e ingleses”, como la película, donde Joe Cocker perdió toda su fortuna… Nosotros también íbamos con perro: una amiga de María llevaba su perrito… Eramos, uy, cincuenta y… una bola de gente. Ibamos en un ómnibus, con muchos amigos. Me acuerdo con mucho cariño de PorSuiGieco. “[El fantasma de] Canterville” era lindo… “Quiero ver, quiero ser, quiero entrar”, también. “El fantasma”... es el cuento de Oscar Wilde, que me había impresionado mucho cuando lo leí de chico en una historieta, súper bien dibujado, transmitía muy bien la idea: un pobre fantasma, que había asustado durante toda la eternidad a la gente y ya no le daban bola. Uní esa idea con lo que estaba pasando en aquel momento… Una de las técnicas para que no te ocurriera nada era pasar inadvertido, hacerte el boludo, por eso dice: “Paso a través de la gente”… La compuse en la casa de María Rosa. Cuando sus padres dormían la siesta, yo me quedaba solo porque María iba a un colegio, y un día caché “El fantasma de Canterville” en la tele, una película horrible pero que me hizo recordar la historia. En esa casa también compuse “Yo era el rey…” [“Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario, o no”] después de ver una película de romanos; “Confesiones de invierno” –con esa misma guitarra, pero en la pensión donde me fui a vivir con María–, y también “Aprendizaje”…

–“El fantasma” es un blues… 

–…(Piensa.) Trato de acordarme cómo era originalmente, supongo que al principio era más folk, pero viste que en esa época, cuando uno no sabía qué hacer con una canción, hacía un blues. Ahora hacen un reggae (risas)...

–Pero lo censuraron y lo cambiaste por “Antes de gira”… 

–(Se entusiasma.)… Ese tema es buenísimo, es uno de los que más me gusta. Tiene una música muy linda. Pasó igual que con “Tango en segunda”, en Instituciones: tuve que componerlo ahí, el último día. Me levanté a la mañana, nos teníamos que ir de gira, y esa canción era lo que nos estaba pasando ese día, muy sentida. Y la grabé y fue directamente al disco.

–¿Te gusta componer bajo presión? 

–Bueno, che, masoquista no soy (risas)… No puedo evitar que en el estudio haga una cosa con el piano, por ejemplo, que dispare una cosa que no tenía prevista, y que el tema cambie totalmente. Creo que tanto los compositores como los científicos somos curiosos: queremos saber hasta dónde se puede llegar.

–¿Dónde estabas el día del golpe? 

–¿El día que apagaron la luz? No me acuerdo.

–Ya estabas en La Máquina… 

–Cuando terminé con Sui Generis, empecé a ir a la oficina de Oscar López. Había un Farfisa, nada del otro mundo, pero yo me llevaba los grabadores, me armé como un miniestudio. Ahí compuse “!Ah!, te vi entre las luces”. El socio de Oscar López tenía discos de Genesis, que entonces no era muy escuchado acá: Trespass, Nursery Crime… Yo hice varias canciones como minióperas… Cambié. Tenía los instrumentos en el momento correcto, salió toda la parte clásica que llevaba adentro y me sentí como pez en el agua. Al primero que llamé fue a Moro. Escuchamos un lp de Herbie Hancock, Headhunters, un tema que se llamaba “Camaleón” y le dije: “Esto es lo que quiero hacer”. Después lo llamé a José Luis Fernández, que tocaba el bajo en Crucis. Era de otro palo, pero nos fuimos conociendo…Y después estaba [Gustavo] Bazterrica…

–Era pendejo… 

–Bazterrica nunca fue pendejo… (se ríe). En esa época el quía era un vasco católico, asceta a ultranza, con novia católica. Ideológicamente, medio psicobolche católico. No fumaba, no se emborrachaba, no creía en el amor libre ni nada de eso, hasta que entró en La Máquina. Gustavo tocaba con Porchetto; se lo robé a Porchetto. El último en entrar fue [Carlos] Cutaia, que lo había visto en Pescado Rabioso; él tocaba muy bien el Hammond y yo quería tener el Hammond, no para tocarlo yo, sino para que hubiera uno en el grupo. Nos gustaba mucho ensayar; agarrábamos un pasaje y lo gastábamos hasta que saliera perfecto. Cutaia tenía una forma cerebral de tocar: más cerebro que oído. El podía tocar completamente desafinado, pero si tocaba las notas correctas, no se daba cuenta. Cuando entró Cutaia, la primera reunión que hicimos fue para ir al psicólogo juntos; habíamos leído que Les Luthiers hacían eso y nos gustó. Cutaia fue el primero que se anotó.

–¿Y funcionó? 

–(Carcajada.)… Imagináte: Cutaia, copado; Moro: qué carajo estamos haciendo acá (risas)... Cutaia y yo éramos los que más o menos disfrutábamos la experiencia. El tipo le preguntaba a Moro y Moro le hablaba del rock, del blues…, y me acuerdo que José Luis tardó en llegar, y a la media hora estábamos todos hablando mal de José Luis (se ríe)… Y en eso entró José Luis y dijo: “¿Hablaban de mí?”. Nos cagamos de risa y nos fuimos a la Costanera a comer un asado. Ya era Charly García, todo el mundo estaba esperando que grabara un disco; no había disuelto Sui Generis para no hacer nada. Era un momento genial para pelar otra cosa.

–El nombre viene de una historieta de Crist… 

–Sí, era un tipo que se llamaba García, que tenía una máquina de hacer pájaros. Fue un nombre muy bueno para lo que yo quería hacer: una cosa sinfoniosa, con vuelo. Los muchachos querían sacar el “García” del nombre, y lo consiguieron cuando yo me fui (risas)… Una noche tenía que tocar con La Máquina en un club de mierda, en un primer piso en Laferrère de la poronga, una mierda. Y estábamos en un conflicto: los muchachos querían componer dos temas cada uno y eso no me gustó nada. Y estaban rayados porque en los carteles ponían “La Máquina de Hacer Pájaros y Charly García”, o “Charly García y La Máquina de Hacer Pájaros”, no sé. Entonces esa noche me hinché las pelotas. Había veinte personas. Le dije al sonidista que diera vuelta las cajas y tocamos tres horas sin parar, para nosotros. Fue bárbaro. Me robé una botella de whisky del bolichón y en la vuelta, en la combi, les dije: “Muchachos, is all yours, es La Máquina de Hacer Pájaros sin Charly García. Yo me bajo en la esquina”, y me fui al hotel donde estaba Zoca, con el whisky…


–¿Cómo la conociste? 

–Renata Schussheim me invita a ver un ballet de una compañía de Minas Gerais, Brasil, todos hermanos, etcétera. Me shockea mucho la música de Milton [Nascimento]. La famosa “María María” estaba ahí; era como la vida de una mujer pobre en Brasil, que dormía en la calle, una tragedia, pero me impacta. Y a Zoca la conozco en una cena, y bueno, ella tenía un mes de temporada acá, nos copamos...

–¿Fue instantáneo o tuviste que trabajar? 

–No, fue así, pumba. A los quince días, por alguna razón, la brasileña me infectó con la idea de que David [Lebón] tenía que tocar conmigo. Había escuchado discos de David y me dijo: “Vos tenés que tocar con ese tipo”.


Texto de Fernando Sánchez y Daniel Riera
Fuente: Rolling Stone

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